domingo, 4 de noviembre de 2012

Crador latino a finales del siglo XX



Por Leonel Estrada Jaramillo
Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte
Medellín, Colombia 1998



                A la hora de las definiciones lo que menos importa es que Orlando Arias sea figurativo o abstracto, o que se ocupe más, o menos, de la geometría, del rostro humano o del paisaje. Tampoco debería preocupar si pinta con acuarela, témpera, óleo o acrílico, si su colorido es de la escala caliente o de la fría. Al final de confrontaciones y apreciaciones la verdad, lo importante, es que Arias Morales es un, artista y lo es con todas sus circunstancias y aportaciones. A alguien también puede preocuparle si Arias, el artista, es boliviano, colombiano o paraguayo o de cualquier lugar de América. Llegamos a lo mismo, para el caso lo esencial es que su arte es de dimensión universal, expresado con la experiencia y la sensibilidad de un auténtico creador latino en el final del Siglo XX.
 
 
 
 
               Orlando Arias, cuenta con un agudo conocimiento de las técnicas, un saber que combina con el hábil manejo de la materia para conseguir calidades y texturas. En su obra se descubre rápidamente al investigador, al descubridor insatisfecho que va buscando lo ignoto u oculto. Y lo interesante es que a ese afán le añade poesía y una sensibilidad que traduce en luz, en espacio, en ritmos, en formas y color. Todo esto lo comunica y se lo hace gozar al espectador que mira por ejemplo, su obra titulada“Feria o sus acuarelas Paisaje Andino”, Mujer y atmósfera”.
 
 
 
               Me gusta la libertad con que pinta Orlando Arias, de hecho no se le ve atado a estilos, a cánones, a temas particulares. Él, con su talento particular, pinta con igual sentir y seguridad, un paisaje o lo que denomina un “reflejo interior”; estiliza unos rostros de mujeres o interpreta a su manera la magia andina. Cada pincelada tiene su razonamiento de él, cada color o línea va orientada a revelar finalmente una textura distinta, una vibración general de la superficie que hace cambiar lo visual en grato rumor auditivo.
 
 


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